miércoles, 2 de abril de 2014

Me llamó Simon... Y soy el primer Smartphone

Parece que lleven toda la vida con nosotros de lo que acostumbrados a su presencia, y no es así. Los Smartphones son recientes. De 1992, más concretamente. Y su fabricante poco o nada tiene que ver en la actualidad con el mercado de las comunicaciones. Os presentamos a Simon, el primer Smartphone de la historia.

Corría el año 1992 cuando IBM y BellSouth -sí, IBM- se presentaron en el COMDEX de aquel año con un dispositivo de pequeño tamaño caracterizado por su pantalla táctil y sin botones físicos. Y es que aquélla fue, precisamente, su gran avance, ya que incorporaba una interface que permitía acceder a todas sus funciones sin necesidad de presionar ningún botón ni tampoco ser operado por un lápiz. Quien más quien menos se sorprendió al tener en sus manos aquel extraño cacharro que ofrecía texto predictivo, agenda o fax, entre otras funciones, algunas de las cuales seguimos utilizando en la actualidad. ¿Su precio? 899 dólares de la época.

Así, por ejemplo, si el usuario quería llamar a alguien, sólo tenía que acceder a un teclado que se dibujaba en la pantalla y marcar el número del destinatario; también podía introducir los nombres de sus contactos y cualquier texto en general mediante un teclado QWERTY completamente táctil. En lo que respecta al resto de funciones, su software -contenido en sus 2 Mb de memoria ROM- combinaba otras funciones como gestión de las llamadas, directorio de contactos, organizador personal y también incluía una ranura PCMCIA en la que se podía insertar una tarjeta que ampliaba los Mb de RAM incluida de serie.

La versión final de Simon se presentó en 1993 y los primeros usuarios comenzaron a utilizarlo en 1994, que pudieron utilizarlo en 190 ciudades distribuidores a lo largo de 15 estados diferentes de los EE.UU. Lo curioso es que, 20 años después, su diseño y características técnicas lo dejarían completamente desfasado comparado con cualquier modelo actual. No obstante, su sistema operativo era lo suficientemente eficiente como para que su funcionamiento fuese ágil y fluido. Algo de lo que muchos de los dispositivos actuales aún tienen que aprender.

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