A veces recibimos correos que nos descolocan. Y no por las dudas que nos plantean, todas resolubles, sino por la manera de hacerlas. Y nos encantan, la verdad. Hoy os vamos a recrear una de ellas, recibida la pasada semana en nuestro buzón de correo. Merece la pena, y así sabéis de primera mano todo lo necesario para asegurar vuestro iPhone con Te Lo Garantizo.
Seis de la tarde. Llueve. Dentro suena el repiqueteo de la lluvia contra la uralita del tejado de una vistosa terraza. El ambiente es cálido y acogedor. Al despacho llegan voces apagadas, teléfonos sin contestar y el sonido de un hilo musical pelín empalagoso. La pareja se observa en silencio. Él, hombre maduro, ya cincuentón, notorias entradas en la cabeza y pelo blanquecino y rasurado a máquina por detrás y en los laterales, fuma; despide volutas de humo del cigarrillo que adquieren tonos amarillentos al contacto con la luz de un pequeño flexo. Ella, de atractiva presencia, gafas de montura limpia y tenaz, revisa una y otra vez el papel que tiene entre sus manos. Se enfrenta a una entrevista de trabajo un tanto peculiar. Ya se lo han advertido, pero necesita el trabajo después de algo más de un año en el paro. Está preparada, y hará todo lo posible para quedarse con el puesto.
-Necesito una persona rápida, ágil y con respuestas en todo momento. Y que transmita las condiciones que ofrecemos, sin tapujos ni medias verdades. Tan directos como soy yo –advierte él, como quien no quiere la cosa.
-Sí…-responde lacónicamente ella.
-Perfecto, vamos allá.
Él toma el flexo y apunta directamente a la cara de la candidata, que protesta protegiéndose los ojos con la mano derecha.
-¡Esto se avisa!
-Normas de la casa, lo siento mucho –espeta él a modo de disculpa.
El puesto es de operadora para informar sobre las condiciones de unas pólizas de seguro. Ella conoce al dedillo la información. Se ha empapado en la página web de la compañía. No está nerviosa, aunque el peculiar entrevistador hace lo posible por generar ese estado en su cuerpo. Él chupa de más el cigarrillo, del que extrae hasta la última gota de nicotina que le queda, como si lo dejara sin alma, y se centra en el cometido que tiene entre manos.
-Vamos allá. Suponga que un cliente va a recibir un iPhone libre en cinco días. ¿Lo puede asegurar con nosotros? –suelta de sopetón a la candidata. Quiere agilidad en las respuestas.
-Puede contratarlo el día que lo reciba, reflejando esa fecha como fecha de compra si es que le entregan un albarán en donde quede constancia.
-Bien, bien… Ágil, como siempre… ¿El contrato se suscribe antes de recibir el iPhone o en el momento de recibirlo? ¿Paga de golpe o mensualmente?
-El pago se hace por la totalidad de la prima para la cobertura de 1 año, que es 60 euros -responde ella casi sin pestañear.
-Si hay rotura o se produce cualquier contingencia recogida en las coberturas, ¿cómo se enviaría el iPhone? ¿O acaso se lo recogen en el domicilio? ¿Le dejamos algún otro mientras se efectúa la reparación?
-En caso de siniestro el servicio técnico lo recoge a domicilio, lo repara y lo entrega a domicilio. Si hay disponibilidad en ese momento, se puede solicitar un iPhone de sustitución pero no siempre hay stock.
-¡Fantástico! –celebra él la rapidez con la que su compañera responde a las cuestiones planteadas en el papel- Y en caso de siniestro total, ¿se le abona un importe o se le proporciona un terminal semejante al que tiene?
Ella duda por un momento. Cierra el ojo izquierdo, como si cavilara la respuesta correcta. Él contiene la respiración. Con lo bien que iba, lamenta interiormente. La muchacha sabe que no puede fallar. Tres segundos de silencio, a lo sumo. ¡La tiene!
-En caso de que la reparación no sea posible o el coste sea superior a la sustitución, la aseguradora entrega un equipo de sustitución de características similares al siniestrado. En telefonía, dado que la cobertura es de 1 año, lo normal es que sea el mismo modelo. En informática, si la cobertura es de 3 años, se busca el modelo más similar en caso de que ya no se fabrique el mismo.
-¡El puesto es suyo, señorita! –grita él, alborozado.
Ella también está contenta, aunque anonadada por el extraño método de selección que tiene el que ya es su nuevo jefe. Se lo habían advertido, pero tal y como están las cosas, con tal de encontrar un trabajo, lo que haga falta. Y también lo celebra, faltaría más.
Para todo lo demás, telogarantizo.
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