Sé por los correos que me enviáis y algunos comentarios que me hacéis que esta tribuna que me gasto cada par de días, en unos casos os despierta una sonrisa, y en otros hasta incluso os invita a pensaros lo de suscribir una póliza con TeloGarantizo. Incluso unos pocos me han llegado a decir: “¿Y por qué nos cuentas estas tonterías?”. Muy sencillo.
Porque me gusta alegraros la mañana. Así de claro. Si no, seguiría echando comida a los patos en El Retiro de Madrid. En ocasiones, hasta me decís que la lectura de las tonterías que suelto os hacen más llevadera la jornada laboral, o bien os permiten tomaros las cosas con una sonrisa, más allá de la coyuntura actual, que no está precisamente para tirar cohetes. Otros me comentáis que os gusta la manera en que os cuento mi cometido, que no es otro que informaros de la existencia de una empresa que se llama TeLoGarantizo, que trabaja junto a Caser, y que se encarga de asegurar todo dispositivo electrónico o electrodoméstico vivientes. Mal comercial he sido siempre, y a estas alturas no os voy a ir con un cuento que, a las primeras de cambio, me podáis mandar donde amargan los pepinos. O más allá. Yo me limito a explicaros qué y cómo lo hacen mis amigos de TeloGarantizo, y eso lo aliño con historias de mi propia cosecha (Ahhh, cuando bautizaron mi móvil…), o comento cosas relacionadas con aplicaciones y esas zarandajas que hacen ahora para los teléfonos, y que os tienen más embelesados que cuando veíamos Dallas hace treinta años (malo que era el J.R. ¡redios!). Cada uno vale para lo que vale. Y yo, a mi edad, me conformo con saber que cada día que aparezco por esta ventana lo hago con vuestra aquiescencia. Que miráis de reojo el enlace de turno y os preguntáis: “Y a este, ¿qué se le habrá ocurrido ahora?”. Y ya simplemente ese interés, esa cosilla que os despiertan las cuatro letras que apenas sé juntar, me supone una gran satisfacción.
Mi misión no es otra que la misma que tenía antes la televisión de toda la vida: formar, informar y entretener. Y con eso, tal y como están las cosas, me doy con un canto en los dientes. Porque despertaros una sonrisa es la mayor recompensa que pueda tener. Bueno, eso y que luego mis amigos de TeLoGarantizo me llamen para decirme que han vendido otra póliza gracias a mis chaladuras. Lo cual tampoco está mal. Para qué nos vamos a engañar…
Como siempre, vuestro amigo Argimiro, el Garantizador.
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